El 6 de mayo de 2016 escribía la siguiente reflexión en mi muro de Facebook, 3 años después seguimos con la misma discusión de patio de colegio.
Como hiciera el reconocido Charles Darwin en su viaje por Sudamérica enrolado en el Beagle y que le llevaría a escribir el laureado «Origen de las Especies», yo llevo meses por no decir ya más de un año largo observando. Observando sí, observando como personas adultas evolucionan y convierten su día a día en un patio de colegio. Personas hechas y derechas, intelectualmente bien amuebladas, con un bagaje y una experiencia vital digna de admiración y que bien podrían ser un modelo a seguir o de los que al menos algo interesante rescatar con lo que uno complementar y construir su propio pensamiento. Sin embargo, fruto quizás de su cortoplacismo o más bien de una sordera crónica cosa de la edad lo que debería haberse convertido en un dialogo constructivo, en una profunda regeneración de la sociedad civil, en un intercambio y contraste de ideas encaminadas a ofrecer soluciones a los distintos problemas de la ciudadanía se ha transmutado en el clásico del Reggaetón «Quítate tu pa’ ponerme yo» de Los 12 Discípulos, exactamente igual de patético y bailable. Lleno de perreo. Y además del cerdo, del provocador y delirante, del que te excita en ocasiones o te genera problemas de los graves en otras, de esos que acaban en los tribunales.
Durante todo ese proceso de pugnas por el poder, por agarrar la makila al más puro estilo italiano, a estas personas que a lo largo de su vida han tenido puestos de responsabilidad, han dirigido equipos de trabajo, empresas, proyectos personales o que simplemente son padres de familia con la responsabilidad que ello supone, se les ha olvidado la parte fundamental del proyecto e ideas que defendían. Se les ha olvidado los innumerables problemas a los que nos enfrentamos la ciudadanía, de hecho, cuando su ceguera se ha ido acentuando (quiero suponer también por cosas de la edad), se les ha olvidado el cómo hemos llegado hasta aquí. Clientelismo político, una sociedad civil en profundo desapego con la política, una economía poco diversificada, la profesionalización de la pobreza, el estancamiento de las oportunidades de nuestros jóvenes universitarios abocados a emigrar, la desestabilización territorial por sectores claramente secesionistas, el arraigo de la lacra de la corrupción en nuestras instituciones y en nuestra sociedad en general, en definitiva un crack del sistema debido a la comodidad del bipartidismo (PP y PSOE) y del nacionalismo (PNV, BILDU, CIU, ERC) durante los años que llevamos de democracia y a la dejadez de la ciudadanía que como vacas hindúes pastaban felices contemplando como todo se desmoronaba. Por eso, algunos que observábamos todo esto con estupefacción valoramos más el debate de ideas que el de sillones y queremos profundizar en la renovación y la regeneración de nuestra sociedad reformando España y también Euskadi.
Sinceramente, he observado a lo largo de este tiempo, comportamientos más propios de un patio de colegio a las 11:30 durante el recreo. Típica hora a la que los alumnos alterados abandonan las aulas y se desfogan gritando, jugando y peleándose entre ellos. Es cierto que yo también en su día fui un crío de esos participando en trifulcas, o simplemente observando, dudando y haciéndome preguntas tipo: ¿tendrá acaso algo de sentido todo esto? Ahora, sin embargo, no tiene tanta gracia, todo me recuerda a aquellas situaciones con el uniforme, con las clásicas notitas después del patio en clase, fulanito dijo tal, menganito dijo pascual, con los mismo dimes y diretes, la misma poca seriedad al fin y al cabo que las circunstancias actuales requieren. Lo que nos espera, nadie lo sabe, es pura incertidumbre, pero los retos ya están sobre la mesa y sus consecuencias las estamos sufriendo día a día por h o por b el conjunto de la ciudadanía. Todas estas observaciones me llevan a la paradójica conclusión por desgracia de que las turbulencias políticas actuales han dado una segunda infancia a todos esos adultos hechos y derechos de los que hubo un día que el servidor que escribe pensó que podía aprender mucho.
Finalmente, decepcionado tal vez, seguiré observando con incredulidad las circunstancias acontecidas en este patio de colegio llamado política en la que al parecer de buenas a primeras la gente se ha olvidado del porque estamos como estamos y quienes son en realidad los responsables. Recuperemos la perspectiva por favor pues nos jugamos mucho como sociedad.
¡¡Has sido tú!!
¡¡NO!!, ¡¡Has sido tú!!!
¡¡Es mía!!!
¡¡NO!!!, ¡¡Esta silla es mía!!!
La música no se había apagado aun…
Niños… no os peléis…
Fotografía: Patío del Colegio San Francisco Javier en Santurce