¿Por dónde iba? ¡Ah! Sí, ya recuerdo. El año 2004.
En la primera parte, he intentado condensar un montón de hechos que me sucedieron durante aquel curso 2002/2003 de Bachillerato, ya matriculado en Somorrostro, en el Marcelo Gangoiti. En ese relato se puede visualizar lo que podríamos llamar como una expulsión social. Toda sociedad tiende a la normalidad, al respeto de unas reglas y normas, pero también a que cada individuo cumpla con una serie de patrones de comportamiento preestablecidos o heredados de las circunstancias, del entorno. Así nace la masa, la manada, la borregada.
Este organismo vivo está compuesto de miles y miles de personas a las que se les presupone capacidad para pensar y actuar por si mismas en libertad. Sin embargo, cuando se encuentra con alguien o algo, que se sale de la norma, manda a sus anticuerpos para silenciarlo, aislarlo y expulsarlo como si de un mal virus se tratará. Es su medio de defensa, porque si algo se escapa de la norma, los individuos que forman la sociedad, es decir, el organismo vivo, pueden empezar a cuestionarse por qué siguen dichas normas. Y esto es lo que sucedió en el año 2004.
Tras el verano de 2003, continúe con el segundo curso de Bachillerato, en esencia éramos los mismos, con nuevos actores y un par de chavalas en clase, una grata novedad. Tras los sucesos del curso anterior, mi carácter se había acentuado, mi pasotismo ilustrado había tomado las riendas y los apodos y las burlas simple y llanamente me resbalaban. Y funcionó, ya no era el centro de atención. Era uno más. Estaba tranquilo, mi objetivo era entrar en Ingeniería Superior en Telecomunicaciones en San Mames y era algo que tenía prácticamente asegurado porque la nota de corte el curso anterior había sido un ridículo cinco. Por tanto, tan solo tenía que superar ese trámite de la selectividad y poner rumbo a la universidad. Fácil y sencillo.
Lo más destacable de aquel curso, que me viene siempre a la cabeza, fueron mis desavenencias con la profesora de Filosofía, creo recordar que se llamaba Marta. Durante el segundo examen, que versaba sobre San Agustín, debíamos confeccionar un comentario crítico sobre un texto relacionado con su obra. El caso es que, si de criticar se trataba, se puede asegurar que era un experto y por supuesto, no iba a desaprovechar la ocasión para despellejar al filósofo de las semillas de Dios.
Y con Dios fuimos a topar. Pese a valorar positivamente mis valores cristianos y la educación cristiana que recibí durante mi infancia debo reconocer que soy un ateo redomado, es decir, no creo ni creeré en la existencia de Dios y mucho menos le tengo apego alguno a la Iglesia.
Es más, a pesar de todos los problemas para socializar que pude tener en primero de Bachillerato rechace la oferta del profesor de religión de colaborar y participar en un grupo de tiempo libre que participaba en alguna ONG. Lo rechace en primer lugar por mi ateísmo y en segundo lugar porque no me gusta colaborar con ONG’s; me puede gustar ayudar a los demás directamente, pero no a esa clase de organizaciones, que desde mi perspectiva permiten en parte desvincularse de sus responsabilidades, tanto a nuestros gobernantes como a nuestra sociedad.
No obstante, asumo que el cristianismo es parte de mi educación, de mi entorno y, por tanto, valoro lo positivo que me haya podido aportar para mi enriquecimiento como persona y sobre todo porque me sirvió para afianzar mi punto de vista actual con respecto a las religiones y a todo lo que hay adherido a ellas.
Volviendo a San Agustín de Hipona. A la profesora no le debió de gustar mucho mi comentario crítico, no ya por lo evidente de mi ateísmo, que también, sino por el tono irónico lleno de sátira con el que lo adorne. Por eso, durante la entrega de exámenes decidió dejar mi examen para lo último. Como relamiéndose en plan ahora te vas a enterar tú.
Y así fue, me entere y tanto que me entere. Me dejo en evidencia delante de toda la clase criticando mi punto de vista sobre el autor, e intentando convencerme de que estaba sumamente equivocado con mis tesis y mi forma de expresarla. Vamos intento darme un escarmiento para que no cundiera mi ejemplo. Pero yo ya estaba curado de espanto de escarmientos y de que me dijeran como tenía que ser, expresarme o pensar.
Frases como “la realidad es que cuando llegue el final, moriremos y comerán perdices” no le sentaron nada bien, aunque aún hoy es el día en el que sigo pensando exactamente igual con respecto a la muerte. Es decir, para mí no hay nada más allá. Así que hay que aprovechar el presente para que el día que no estés te echen de menos y se tomen algo en tu honor. Por supuesto, creo que ella no lo veía de la misma manera que yo.
Resultado del examen, un cuatro.
“Y no te pienses que te he suspendido por esto” me dijo la muy cachonda. Claro que me había suspendido por eso. Era la pregunta más importante del examen y a ella no le había gustado mi punto de vista. Pura subjetividad que tuvo consecuencias.
En el siguiente examen la nota fue peor. Rene Descartes, hasta ese momento, sin duda, mi autor favorito. Incluso me había leído su libro El Discurso del Método para la ocasión. Saque un tres. Le pedí el examen y comparé lo que había puesto con los apuntes. Tras comprobar la injusticia con la que había sido valorado se lo hice saber: “No estoy de acuerdo con la nota que me has puesto” le dije con mirada desafiante y lo dejé estar. Para el siguiente examen, Nietzsche, ni tan si quiera estudie. Era absurdo. Ella pondría la nota que le pareciera. Y así fue, me puso un siete. En Ortega y Gasset un cinco. Nota media a final del curso en filosofía un cinco teniendo en cuenta que en el primer examen acerca de Platón me había puesto un seis. Escogí Historia en vez de Filosofía para la selectividad.
Vale, lo sé. Ahora todos me diréis que son paranoias mías. Que es imposible que me tuviera cruzado. El caso es que una compañera dando cambiazo en los exámenes sacaba nueves y un buen amigo mío dando cambiazo copiado del cambiazo de mi otra compañera, punto por punto, coma por coma, palabra por palabra, suspendía. Pura arbitrariedad.
Pero Marta era algo anecdótico.
En aquel curso, se empezaron a comercializar las típicas cámaras de fotos digitales compactas, no muy grandes, versátiles, que cumplían su función.
Después de reyes, a algún compañero mío le habían regalado una y un buen día se le ocurrió llevarla a clase. En buena hora.
Aprovechando durante las explicaciones de los profesores se dedicó a tomar fotos. Y lo uno llevo a lo otro. Una noche de viernes de enero o febrero. Nos encontrábamos varios compañeros de clase en un grupo de Messenger (del de Microsoft, ese programa anterior al malogrado Skype). Alguno que era algo manitas con el Paint, hizo unos cuantos montajes con las fotografías de los profesores y los empezó a pasar en el grupo. La gamberrada fue un éxito, en seguida salto la euforia en el grupo y a mí se me encendió la bombilla. “Mañana mismo hago una página web y las subimos” dije convencido de que mi idea era una genialidad.
¿Una página web? Por supuesto. Como expliqué anteriormente, a diferencia de mis compañeros yo no salía de fiesta a emborracharme porque no tenía amigos, así que el curso anterior, aparte de jugar, invertí mi tiempo en aprender. Con dieciséis años ya había hecho mi primera página web y era parte de los administradores de una comunidad online llamada Imperio TNG, que había nacido de un Clan del que yo era miembro dentro del videojuego Empire Earth.
Aprovechando mis conocimientos, cree el website anti-somo.tk (tk es el dominio de un archipiélago neozelandés conocido como Tokelau). Era una web fundamentalmente basada en PHP-Nuke, bastante sencilla de editar y actualizar, nada del otro mundo, con una base de datos SQL. Le incorporé unos foros PHPBB y la puse a funcionar. En la cabecera aparecía un banner con los rostros del profesor de Física y del de Historia con un rotulo con el nombre de la web. Por un problema en la base de datos (fortuito pero muy útil) nadie podía registrarse, así que yo tenía control absoluto de quienes tenían acceso al contenido y quienes estaban registrados. De hecho, para registrarse había que contactar directamente conmigo (lo que me faltaba ser de nuevo el centro de atención).
Empezamos añadiendo contenido, primero los montajes de las fotos: el profesor de Historia con un cartón de vino porque por las tardes siempre venia contentillo, la profesora de inglés que tenía unos kilillos de más con un cuerpo de modelo… y cosas por el estilo. Cosas muy inocentes.
Después, empezamos a anotar las frases que decían los profesores. Las descontextualizábamos, citábamos la fuente, es decir, el profesor que había dicho la frase y le añadíamos un comentario. Por ejemplo, el profesor de matemáticas solía decir: “Esto es de cojón de pito de buitre”, al lado entre paréntesis le añadimos el comentario… (el sexo con animales también está bien). Y así con todos.
En general, el contenido era satírico e irónico y era confeccionado por alumnos del colegio en su tiempo libre. Algo bastante inocente. Había dotado a mis compañeros de una herramienta con la que poder desahogar su frustración y al mismo tiempo poner en evidencia las cosas que los profesores hacían mal dentro del Centro Educativo.
Debo reconocer que la cosa se fue desmadrando un poco y a mi e-mail aparte de peticiones para registrarse en la web, empezaron a llegar contenidos de otro tipo, por ejemplo, audios de las clases de los profesores. Recuerdo perfectamente el audio del profesor de euskera hablando durante más de media hora sobre metafísica en su clase, pero no en euskera sino en castellano. Cosas anecdóticas, descontextualizadas, pero que dejaban en evidencia al cuerpo docente.
Algún alumno empezó a publicar las matrículas de los coches de los profesores en el foro, creo recordar que incluso indicaba el color del coche y la hora a la que lo solía coger. También empezamos a subir los exámenes que nos hacían, siendo útiles para las otras clases o para los más rezagados. Un ejemplo, es el cambiazo generalizado que dieron los alumnos de mi clase en el examen final de Autocad, con la mala suerte que el profesor pillo a muchos a consecuencia de los grados en los que se ubicaba una cota en una circunferencia, estadísticamente hablando era imposible que coincidieran todos los exámenes en el mismo ángulo. No siempre se gana. Aunque no pillo a todos.
Los profesores empezaron a darse cuenta de que algo raro sucedía en Bachillerato, cuando empezaron a ver a alumnos llevando cámaras de video con trípodes. Entonces, saltaron todas las alarmas y después de meses de funcionamiento, el claustro fue consciente de la existencia de mi website. Necesitaban descubrir quién estaba detrás.
Como estábamos en época de exámenes, yo solía frecuentar la biblioteca del centro. Un día el profesor de euskera se me acerco y me pregunto ante la mirada atenta del profesor de física si yo tenía algo que ver con esa página web. Yo ingenuo de mí y orgulloso de mi obra, sonreí y asentí, por supuesto, como iba a renegar de semejante éxito. El profesor me comento que había visto que había contenido acerca de él, en concreto una clase grabada y me pidió el favor de que lo eliminase, le dije que sin problemas y ahí quedo la cosa. Después, el profesor de euskera miro al de física con una mirada cómplice como diciendo ya le tenemos.
Y tuvieron suerte.
Si yo no llego a reconocer que era quien estaba detrás de esa página web. Probablemente, hubieran tenido que iniciar un proceso mucho más complejo hasta llegar hasta mí y conseguir eliminar el rastro de sus vergüenzas como profesorado. Tras ese largo proceso hubieran averiguado que la web estaba a nombre de un catalán amigo mío ubicada en un hosting pirata de Estados Unidos gestionado por otro amigo mío, hijo de un diplomático chileno destinado en Alemania. Y es que mi comunidad online tenía más de cien miembros ubicados por media España y otras partes del mundo a los cuales les interesaban los videojuegos, la tecnología y desconectar de su mundana vida, nada fuera de lo normal.
Sin embargo, como de costumbre, fui sincero, o un completo idiota.
Al enterarse mis compañeros de lo sucedido, cundió un poco el pánico. Muchos tenían recuperaciones y tenían miedo de que los profesores tomaran represalias por lo sucedido. Ante el desconcierto decidí renombrar el archivo index.php y dejar inaccesible la web. Uno de mis compañeros consulto con un amigo abogado suyo y le tranquilizó asegurándole que el Centro Educativo no tenía nada que hacer contra ninguno de nosotros. Así que la cosa se relajó. Pasaron los exámenes, aprobamos todas y reactive la web publicando una noticia bajo el título: Veni, vidi, vici.
En ningún momento pude imaginar… lo que sucedería después…